Miguel Alvarado
Le digo a Selene que aquí está todo
pero no consigo una lámpara o su luz.
Su voz se punza en una descarga cuando ella responde algo.
Le digo a Selene que hay albañiles levantando un muro
y que el árbol atrás se agita como una flama.
Ahora no puedo escribirle a Marissa Mendoza
porque algo adentro se ha roto
hizo “crac” hace unos días y los fragmentos andan
derivados en esa agua que sólo va.
Así que tomo los restos y los uno, conectándolos lo mejor que puedo
en estas hojas que me dio mi hermano.
Dice Luis que saque las líneas a pasear, que raye
cualquier hoja porque allí se encuentra el principio
pero también el final, aunque eso no lo menciona.
Esta libreta me la dio mi hermano
una vez que había niebla en la casa
y alguien tomaba café, partía con los dientes un pan.
Los árboles atrapan el aire, le digo a Selene,
a quien sueño en la casa rodeada de gatos y peces, construyéndola.
Le digo a Selene que ya es la hora.
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