Estructura Z

* Los Zetas ya se habían convertido en protagonistas de la escena criminal. La periodista mexicana Cynthia Rodríguez documentó en un libro que, luego de ocupar Michoacán y Guerrero, esta organización criminal estableció nexos con la mafia italiana Ndrangueta de Calabria, la empresa criminal más próspera del mundo, cuyas ganancias anuales se calcula que superan sesenta mil millones de dólares.

 

Francisco Cruz Jiménez

Con Los Zetas llegaron o ampliaron su significado palabras como kaibil, halcón, estaca, cobra, maquila, el punto, zeta nuevo, pizza, pesador, zeta viejo y la empresa; se dieron a conocer los nombres de Heriberto Lazcano Lazcano, Omar Lorméndez, Osiel Cárdenas Guillén o Miguel y Omar Treviño; se escucharon alias como Tony Tormenta, El Chispa, Talibán, El Mono, Comandante Mateo, Karin, La Chichona, Meme Flores y El Cachetes. Un nuevo lenguaje y sus protagonistas se arraigaron para siempre con una violencia aún más sangrienta y criminal.

Cada palabra y delación de Karen fueron integradas a la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/222/2005. Pero aquel día de septiembre de 2005 —cuando Los Zetas humillaron a los hermanos Beltrán Leyva— Karen jamás sospechó que ése sería el último mes de su brillante carrera de sicario.

Como se narró, “ese mes, Lorméndez mudó su residencia en Lázaro Cárdenas. En una de los viajes para buscar aparatos de aire acondicionado su estaca se perdió y sus sicarios terminaron frente a una residencia de los Beltrán Leyva. (…) Era una casa de seguridad de La Barbie, de donde se apoderaron de un arsenal y máquinas contadoras de billetes. El Jetta —que también se llevaron— sirvió para el traslado. Lo que ya no cupo lo metimos a las camionetas nuestras”.

Los Zetas no tuvieron tiempo de transportar su valioso cargamento. Karen contó la caída a su manera: “El Pita, Z-10, El Mono o El Patas ordenó a Karin llevar el Jetta a un lugar seguro. Me pidió manejar, seguir a Karin y (que) regresara con él. Los demás compañeros subieron al sujeto gordo al Jeep Grand Cherokee negro, que manejaba el mismo Lorméndez.

”Al lado de Lorméndez, como copiloto, subió Panudo —kaibil guatemalteco identificado por los nombres de José María Calderón García, Édgar Geovanni Reyes López y Carlos Enrique Martínez Méndez—. En el asiento posterior se sentaron La Parca, un L o cobra —conocido como Alejandro Lara y Alberto Casillas Guerrero— y al lado de éste El Trinquetes, otro kaibil de Guatemala, que tenía al menos dos nombres: Juan Carlos Fuentes Castellanos y Eduardo Morales Vaidez.

”En la segunda Grand Cherokee, la gris, subieron Karin [sic] —zeta viejo y, por tanto, comandante de la estaca, identificado por los nombres de Jesús Morales Cervantes y Karin Rivera Vega— acompañado por Cascanueces. En el asiento posterior sentaron al viejito que sacamos de la casa —cuyo nombre quedó asentado como José Cámara Soto, alias El Tío— y al lado de éste un L de sobrenombre Cabeza de Bola.

”Emprendimos la marcha alejándonos de ese lugar. La Grand Cherokee negra siguió una ruta. La otra, la gris de Karin, fue por un camino diferente, seguida por mí en el Jetta negro lleno de armamento. Tomamos por la avenida Melchor Ocampo, hasta llegar a una bodega con un portón blanco, medio oxidado, donde nos detuvimos.

”Cascanueces bajó para abrir. Enseguida metí el Jetta. Lo dejé estacionado atrás de una Suburban azul celeste que, con anterioridad, había traído Lorméndez. Me dispuse a salir de la bodega para abordar la Grand Cherokee de Karin que aguardaba frente al portón. Pero en ese momento me di cuenta que la camioneta reanudaba, de manera abrupta, su marcha, seguida por dos patrullas de la Policía Municipal de Lázaro Cárdenas”.

Karen no tuvo tiempo de subir. “alcancé a jalar el portón para cerrar. Me eché a caminar por la calle, mientras escuchaba por un aparato de radio —que llevaba en la mano— en los canales de la frecuencia de los halcones, que éstos [sic], alarmados, decían a su coordinador, un hombre conocido como El Capu, que la familia pedía apoyo, refiriéndose a la estaca de la Grand Cherokee con Lorméndez.

”Lo seguía la policía. Casi enseguida escuché que a la gris de Karin también la seguían. Seguí caminando por la calle, tratando de pasar inadvertido y de alejarme. Pero dos cuadras adelante, me dieron alcance dos patrullas. Los agentes me marcaron el alto y me obligaron a tirarme al suelo. Me esculcaron y me encontraron una Pietro Beretta nueve milímetros, que traía fajada a la cintura, abastecida con nueve proyectiles útiles y el radio-transmisor.

”Luego de pasearme un rato, tirado al piso de la patrulla, me llevaron a los separos de la Policía Municipal de Lázaro Cárdenas, donde se encontraban todos los demás detenidos. Sólo Cascanueces y Cabeza de Bola lograron escapar”.

Confirmadas las múltiples identidades o alias de Lorméndez, Panudo y Trinquetes, Karen y sus cómplices fueron entregados en un cuartel de la Marina de donde, vía aérea, los enviaron a la PGR en la Ciudad de México.

Los Zetas ya se habían convertido en protagonistas de la escena criminal. La periodista mexicana Cynthia Rodríguez documentó en un libro que, luego de ocupar Michoacán y Guerrero, esta organización criminal estableció nexos con la mafia italiana Ndrangueta de Calabria, la empresa criminal más próspera del mundo, cuyas ganancias anuales se calcula que superan sesenta mil millones de dólares.

Cynthia documentó el papel central que comenzaban a tener los cárteles mexicanos en el creciente tráfico de cocaína de América a Europa. Estados Unidos, Centro y Sudamérica eran ya sólo una parte de una realidad mayor.

En la capital de la República, Karen empezó su relato: “Por lo que respecta a la estructura operativa de la organización conocida como Los Zetas, a la que pertenecí, comandado por Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, en ausencia de Osiel Cárdenas Guillén, se compone de varios niveles.

”El más bajo se denomina halcón, los ojos de la ciudad o vigilante. Luego siguen los encargados de las tiendas, de los puntos, los de productividad y más arriba se encuentra el L o cobra, responsables de la seguridad, por lo que andan armados —valga el pleonasmo— con armas cortas y largas.

”Más arriba se ubican los zetas nuevos o kaibiles, ex militares guatemaltecos que tuvieron entrenamiento especial y que siempre andan con las mejores armas, granadas, chalecos antibalas y cascos. Son, por ejemplo, los encargados de entrar primero a las casas, de revisarlas y llevar el mando en los operativos.

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